lunes, 5 de diciembre de 2011

La memoria ¿Tiene forma de justicia?

TRABAJO FINAL

            Justicia y verdad son tomadas como una misma cosa a la hora de hablar sobre los juicios a los militares de la última dictadura que vivió el país. Y si no lo son, parecería que se implican mutuamente, que van juntas, de la mano, caminando paso a paso contra la impunidad. Pero su andar es lento y casi siempre necesita de empujoncitos para avanzar.

            Avances, retrocesos, estancamientos. Cada paso adquiere vital importancia y es resultado de una ardua lucha, una lucha que diferentes sectores de la sociedad argentina emprendieron hace más de treinta años sin miedo a quedar knock out. Herminia Severini, una de las integrantes más emblemáticas de la asociación Madres de Plaza de Mayo de Rosario, resaltó: “Estamos luchando, seguimos luchando y seguiremos. Yo pienso que mientras hay vida hay lucha. Esos somos nosotros, los luchadores, que cuando nos ponemos la camiseta de la lucha la defendemos a muerte. Y si tenemos que dar la vida, viejo, la tenemos que dar”.
            El camino estuvo y está lleno de obstáculos y de oscuridad, pero la meta siempre fue clara: reconstruir la memoria, terminar con la amnesia artificial a la que está sometida la sociedad argentina. El medio para lograrlo: la justicia.
Punto de partida: vuelta a la democracia, gobierno de Alfonsín.  La creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) permitió investigar y dar a conocer, gracias al la publicación del libro “Nunca más”, las graves, reiteradas y planificadas violaciones a los derechos humanos cometidas durante el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” y abrió las puertas para que, ante la justicia de los civiles, pudiera sentarse en el banquillo a los nueve comandantes que integraron las sucesivas Juntas que gobernaron el país y que fueran juzgados. El Juicio a las Juntas fue el primer paso, comenzamos a avanzar. Pero, en palabras de Sergio Schilmann, “Las juntas eran la punta del iceberg, había que juzgar todo lo que estaba oculto y debajo”. Sin embargo, frenamos, Ley de Punto Final y Obediencia Debida, conocidas como Leyes de impunidad y sancionadas como respuesta a la presión ejercida por una institución militar aún fuerte en una democracia todavía debilitada. La primera fijaba un plazo de treinta días para receptar las acusaciones contra militares en la justicia por violación de los derechos humanos y la segunda absolvía a los militares de rango intermedio y menor, porque se consideró que obraban bajo subordinación a la autoridad superior. A partir de ese momento las cosas no se fueron dando como todos esperaban.
            Con los indultos del presidente Menem se produjo un fuerte retroceso, se terminó de cerrar el círculo de la impunidad que fue abierto unos años antes con la Ley de Punto Final. Mediante dos decretos y en nombre de la “pacificación” se perdonó a todos los condenados y a los que estaban en proceso de ser juzgados. Pese a esto, los luchadores siguieron en pie, buscando caminos alternativos que conduzcan a la meta final. El Juicio por la verdad, el juicio a represores argentinos en España a cargo del Juez Baltasar Garzón y las investigaciones que se comenzaron a hacer sobre el robo de bebés de desaparecidos, fueron algunos de los senderos alternos emprendidos, gracias a los cuales varios militares fueron privados de su libertad.
            Con el cambio de siglo y el cambio de gobierno se dio un nuevo impulso para la reconstrucción de la memoria: “La derogación de la obediencia debida y punto final en el año 2003 -2004 abre la posibilidad de que de nuevo se vuelva a investigar y a juzgar a una serie de represores”  explica Eduardo Seminara, sobreviviente de Rosario. Desde ese punto en adelante fueron (fuimos) avanzando, a paso lento,  pero firmes. Se anularon los indultos, se reabrieron las causas y en todo el país se está “juzgando al infierno”. Según Seminara: “Lo que se busca en muchos casos es, primero el esclarecimiento del proceso de detención ilegal de mucha gente, después el esclarecimiento de varios asesinatos que se sucedieron en el Sistema de Informaciones y por otro lado un juicio con derecho a defensa, cosa que nosotros no tuvimos” y agrega que por más  que ya se sabe que al final van a terminar condenados ellos buscan justicia y hablan por “todos los que no pudieron hablar”.
            Después de mucho tiempo en el que las autoridades miraron para otro lado e hicieron oídos sordos, los juicios están construyendo verdad. La verdad de las pruebas, la que surge de los dichos de las víctimas, de sus familias, de otros testigos y de las defensas de los procesados. Una verdad necesaria para la buena salud democrática, una verdad que es un derecho de las víctimas y de todo el pueblo argentino. Mucho camino queda aún por recorrer, pero ya es claro que no se va a abandonar la marcha.
            Se sabe cómo es la forma del corazón, de los ojos, de la boca pero nada se dice de la forma de la memoria. Para toda la sociedad argentina la memoria debe tener forma de justicia.-

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