lunes, 5 de diciembre de 2011

La Cultura en los tiempos de odio.

TRABAJO FINAL




“Un país sin cultura es como una persona sin alma.” Frase muy cierta que llama a la reflexión. La cultura es, sin duda,  el alma de los pueblos y es a través de ella que una sociedad logra expresarse.  Formalmente, la cultura es definida como el conjunto de todas las formas, modelos o patrones, explícitos e implícitos, a través de los cuales una sociedad se manifiesta. Entre otras, una forma de manifestarse, es a través de los medios masivos de comunicación. Pero, ¿qué pasaba durante la última dictadura militar con los medios en particular, y en la cultura en general? Desde lo más alto del poder se dispuso una estrategia para utilizar todo lo referido a la cultura y a los medios, por un lado, para la construcción y circulación de la ideología oficial; y por el otro para silenciar y apagar a las voces opositoras. Se utilizaba  para mostrar al país y al mundo que no sucedía nada, como también  para generar medio entres quienes si sabían que algo pasaba.



Control de medios, censura, propanganda política, exilios, miedo. Muchas eran las herramientas utilizadas para lograr sus objetivos en la “lucha antisurbersiva”.  Las tres armas se repartieron el control de los distintos canales de TV, que en ese momento eran públicos. Lo mismo ocurrió con las radios estatales. También muchas publicaciones eran sacadas de circulación. Según ellos, el enemigo podía estar en cualquier lado, y es por eso que  actores, directores, libros, folletos eran estudiados sin tolerancia alguna. Su objetivo último era colonizar la mente de los argentinos. Captar su alma y dejarlos sin habla. Es por eso que, como decía Piero: "Estudiar era pecado, clandestino era saber, porque cuando el pueblo sabe no lo engaña un brigadier".
Con respecto a la música existían  “listas negras”. Listas negras que silenciaban, que dejaban sin voz a artistas de diversos géneros y nacionalidades. Bajo el titulo de : “ Cantables cuyas letras se consideran no aptas para ser difundidas por  los servicios de radiodifusión “ se encontraban temas como: • “Cara de tramposo, ojos de atorrante” (Cacho Castaña), “Amor libre” (Camilo Sesto), “Chamarrita del milico” (Alfredo Zitarrosa), “Tonadas de Manuel Rodríguez” (Vicente Bianchi y Pablo Neruda), “Mi Luna” (Manolo Galván),“Gilito de Barrio Norte” (María Elena Walsh), “Compañera mía” (Alberto Cortez),“Ayer nomás” (Moris y Pipo),“Mía” (Nicola Di Bari),“Sangre de minero” (Horacio Guarany),“El triunfo del alambre” (Carlos Di Fulvio), entre otros.  

Con las producciones literarias pasaba algo muy  parecido.  Se hacía una evaluación política del libro y si se la consideraba marxista o subversivo era sacado de circulación. La quema de libros por parte del estado era una práctica pensada, un plan macabro que nada tenía de azaroso. "Allí donde se comienza quemando libros, se termina quemando hombres"(Heinrich Heine).

En la prensa gráfica de la época advertimos tres tendencias diferentes. Por un lado, una de las tendencias se caracterizaba por  la colaboración y el apoyo  a la dictadura. “Todos cómplices”  declaraba Del Frade cuando le consultábamos acerca del papel de los medios en la dictadura. Y esto se debe a que, en palabras del periodista “Los grandes medios de comunicación fueron cómplices porque los grandes medios son grandes empresas, tenían igualdad de objetivos, que era disciplinar a la clase trabajadora. Canal 3, Canal 5, La Capital, LT3, LT8 fueron totalmente cómplices con todo el proceso.”
 Una segunda tendencia, se basaba en la omisión informativa y en la auto censura; algo, sin duda,  muy difícil de juzgar. Tener miedo no es un pecado y más  en épocas como en las que se vivía, donde el terror era moneda corriente. Sin embargo, hay quienes consideran ello como una forma de ser también cómplice. Callar es visto así  como un modo de ayudar. Y una tercera muy minoritaria, representada por aquellos medios que intentaron restar consenso mediante críticas o denuncias abiertas. Francisco Paco Urondo decía al respecto: "Nos vamos a morir de todas maneras. Nos juguemos o no nos juguemos: el problema en todo caso no consiste en morirse joven, sino en haber vivido al pedo." Reivindicando así a quienes se la jugaban, y a pesar de todo intentaban difundir lo que sabían. Personas que desde su posición querían ponerle fin al siniestro proceso dentro del que se vivía.

El Mundial 78 es un claro ejemplo de cómo se utilizaba la cultura, es este caso un evento popular como lo es un mundial de fútbol,  para tapar lo que sucedía.  En esta edición la Argentina fue campeón por primera vez en su historia. Pero este, sin embargo, fue el campeonato del terror; se desarrollo en medio de sangre, secuestros y muertos. Las madres y  abuelas, entre gritos de goles, buscaban a sus hijos y nietos desaparecidos.
Muchos exiliados pedían que el mundial no se haga ahí, que no se podían festejar goles mientras se mataba y torturaba gente. Por su parte, los represores decían que las denuncias eran campañas anti argentinas.
Además, como ya dijimos antes,  contaban con la colaboración de periodistas fieles al proceso. Se buscaba  mostrarle a todo el mundo “como somos los argentinos”. El slogan " Los Argentinos somos derechos y humanos", representa la hipocresía de quienes estaban al mando en nuestro país.
En la desesperación, las madres buscaban a la prensa exterior – q habían ido a cubrir el mundial- para intentar dar a conocer al mundo lo que realmente  sucedía en suelo argentino: “les rogamos a ustedes, son nuestra última esperanza”, decían cuando una cámara extranjera se prendía, buscando así, algún tipo de respuesta. Herminia Severini, una de las madres emblema de Rosario,  cuenta que es el dolor lo que sacó a las calles a las madres; dolor sin miedo, porque a los problemas había que enfrentarlos, y recuperar a sus hijos era lo único importante.
Encontramos entonces, durante el mundial,  2 situaciones contrapuestas en un mismo momento en un mismo país. Por un lado, el mundial de Kempes, el jugador, el matador; pero también encontramos a Videla, el asesino, el torturador.
El Mundial 78 se desarrollo durante el período más oscuro de la historia Argentina. Una época trágica, dolorosa, de heridas que aún están abiertas. Heridas que aún sangran y siguen buscando justicia.
“La capacidad del ser humano de sobreponerse a las situaciones más limites es impresionante” declaraba Eduardo  Seminara, sobreviviente rosarino. Es por eso que se sigue de pie y se sigue luchando por la verdad. Memoria y justicia por quienes hoy ya no están y por quienes lucharon y luchan por un país mejor. 

Delfina Monreal

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