sábado, 17 de septiembre de 2011

El periodismo como arma de combate

“Sé perfectamente que en este país un jefe de Policía es poderoso, mientras que un periodista - oscuro por añadidura - apenas es nada. Pero sucede que creo, con toda ingenuidad y firmeza, en el derecho de cualquier ciudadano a divulgar la verdad que conoce, por peligrosa que sea. Y creo en este libro, en sus efectos.Espero que no se me critique el creer en un libro – aunque sea escrito por mí- cuando son tantos más los que creen en las metralletas.” .- Rodolfo Walsh.

“Hay un fusilado que vive” fue la frase que impulsó a Rodolfo Walsh a investigar sobre los fusilamientos ocurridos en José León Suárez y a escribir, con lo investigado, el mejor ejemplo de “periodismo de no-ficción” argentino: “Operación masacre”. En 200 páginas el autor describe, con sumo rigor documental, las injusticias cometidas la noche del 9 de junio de 1956, en el marco de la sublevación de los generales Tanco y Valle contra el gobierno de facto que había destituido a Perón el año anterior.
El libro constituye una denuncia, síntesis de una búsqueda de justicia y verdad, y se divide en tres partes. En la primera, “Las personas”, realiza una presentación de los protagonistas del suceso; en la segunda, “Los hechos”, narra y describe, precisamente, lo sucedido; y en la tercera, “La evidencia”, expone las fuentes consultadas, los documentos que dan veracidad a lo relatado en el libro. El escritor se basa principalmente en testimonios de los sobrevivientes, de los fusilantes, testigos y allegados de las víctimas para su investigación.
La forma en que expone lo ocurrido y cuenta la verdad inaugura un nuevo género en el cual se aplican los procedimientos propios de la novela al relato de hechos verdaderos y pone de manifiesto un rol más activo del periodista, que se acerca a los eventos. Es por esto que, por momentos, parecería que se trata de una ficción, los personajes y los acontecimientos tan bien descriptos logran captar la atención de cualquier persona que se digne a leerlo.
En su prólogo de la primera edición, Walsh escribe: “No puedo, ni quiero, ni debo renunciar a un sentimiento básico: la indignación ante el atropello, la cobardía y el asesinato”, y fue precisamente este sentimiento el que lo inspira a investigar y a escribir tamaña obra periodística.
Este libro demuestra que Rodolfo Walsh no callaba y con el compromiso de verdad asumido, combatía con las palabras.

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