domingo, 17 de abril de 2011

OLA y adiós.


Hoy se cumple un mes. Un mes de lo que prácticamente terminó con mi vida. Un mes en el que aunque el sol salga en Sendai, ya no ilumina. Soy Alberto Zambrano, argentino y ahora un poco japonés, porque hace ya unos cuantos años que me vine a Japón, al principio por cuestiones de trabajo y luego terminé de arraigarme, formando mi familia. Esa hermosa familia que tenía y perdí hace exactamente un mes, el once de marzo.
Por Gauchat Julia, Molina Martina y Rodrigo Macarena.

Recuerdo aquel día aún con desesperación y mucho dolor. Era un viernes como cualquier otro. Un día más en mi vida, hasta que recibí la noticia. Yo trabajaba como fotógrafo para el diario Yomiuri Shimbun. Como es sabido, los primeros en recibir la noticia fuimos nosotros. Recibimos un alerta que fue comunicada a una gran parte de la población, gracias a lo cual pudieron salvarse. Sin embargo no puedo decir lo mismo de mi familia. En ese exacto momento que supe que estaba por suceder algo fatal, inmediatamente trate de comunicarme con ellos. Entre la desesperación y las fallas por la saturación de todos los medios para comunicarme, se me hizo imposible pasarles la noticia. No tengo formas de explicar la situación.
El 9.0 MW de magnitud del que tanto se habla, me queda chico para enunciar lo terrible que fue. Ojalá se pudiera expresar en cifras el terror que causa perder la estabilidad, que todo tiemble y se derrumbe.
 Fueron sólo dos minutos, pero parecieron horas. Instantáneamente corrí en busca de mi familia. Logré llegar hasta mi casa pero no había rastros de que alguien estuviera allí. Desesperado hice lo imposible para encontrar a mis tres amores. Al cabo de dos horas, cuando se pensaba que todo había terminado y mientras yo seguía buscando entre los escombros, el mar se retiró para luego volver con fuerza, con esas terribles olas que acabaron con la vida de 15.000 personas, entre ellas las de mi mujer y mis dos hijas. Aquel tsunami devastador arrasó de esta manera con mi vida también. Se llevó mis esperanzas, mis alegrías, mis proyectos, las tres personas que más amé.
La mezcla de sentimientos es horrible. La impotencia, el dolor y la tristeza me acompañan día y noche desde hace ya 31 días.
Siento un vacío que con nada se llena, el frío penetra mis huesos y la comida no alcanza. Las constantes amenazas nucleares hacen que vivamos en estado de alerta. Las calles son escombros interminables, trozos de autos, casas, vidas.
Son precisamente las dos de la tarde acá en Sendai y hace apenas un rato alertaron un nuevo terremoto. “¡Hay que evacuar!” es la frase repetida por todos.
Y hoy, ya no se si vale la pena. Mirar para el costado es acordarme de lo que tenía y ya no tengo, es no poder ver ningún futuro esperanzador. Mi vida se fue con esas olas, mis deseos, mis proyectos, ya no tienen sentido acá. Hoy, once de abril, me voy a sentar a esperar al nuevo terremoto, a que me lleve junto a mis tres amores y reanude mis sueños en algún otro lugar, con algún otro sentido.

1 comentario:

  1. Presentar al autor del texto. No se sabe si es un entrevistado, un redactor del blog.
    Cortar el material con enlace
    Textos personales, cada uno escribe una nota central o las vinculadas

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